DE LOS HÉROES QUE NO ATERRIZAN EN LAS ISLAS DE LOS CUENTOS
PERSONAJES:
CECILIA: alrededor de 22 años.
JULIO: alrededor de 22 años.
FRAGMENTO
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ACTO ÚNICO. ESCENA ÚNICA.
Habitación llena de cajas, algunas dejan asomar libros y ropa. Sobre una de las cajas un montoncito de piedras. Hacia el lado izquierdo una máquina de escribir, un teclado y un tocadiscos. Las ventanas cerradas.
Julio, mira por la ventana, prefiere el calor de adentro. Luego mira las piedras, va hacia ellas. Agarra las piedras, las sostiene fuerte en su mano hasta reacomodarlas cuidadosamente. Una piedra, al lado de otra piedra.
Se filtra en la habitación el sonido de pasos veloces y la voz de Cecilia, llamando a Julio. Él salta dentro de una caja, se esconde.
Entra Cecilia.
CECILIA: Perdón…
JULIO: (Agazapado dentro de la caja). Palabra clave.
CECILIA: Julio, soy yo…
JULIO: ¡Palabra clave!
CECILIA: No sé… ¿rock? (Silencio). Soy yo, Ceci.
JULIO: (Asoma sus ojos por arriba de las cajas). Te la creíste. Teníamos clave entre nosotros mismos, entre… (Mira a Cecilia de arriba abajo). Ceci estas…hola…
CECILIA: (Sonríe). ¡Hola! Sos vos, sí sos vos. (Se acerca rápido a Julio y lo besa). ¡¡Real, de carne y hueso!! (Lo abraza apretándolo fuerte).
JULIO: (Se aleja). Me vas a terminar matando vos. (Se para y sale de la caja). ¿Qué hacés acá?
CECILIA: ¿Por qué no me avisaste que volviste, que estás…? Eso, básicamente que estas.
JULIO: Es que…
CECILIA: Me querías dar una sorpresa, ¿no? Con eso no se jode, aparecerte fantasma en mi casa, no. Imaginate, un susto bárbaro.
(Silencio). Al final, me terminé enterando todo por Guille. Él se enteró por la mamá de Luis, que lo llamó para avisarle que…bueno, para avisarle lo de Luis…
(Julio le quita la mirada, Cecilia se calla).
(Silencio).
CECILIA: Me dijo Guille que va a tratar de pasar por acá más tarde.
JULIO: ¿Para qué?
CECILIA: Para verte…
JULIO: No hace falta.
CECILIA: No es que haga falta, es que quiere venir. Ahora no podía pero…
JULIO: ¿Iban a venir juntos?
CECILIA: No, no podía.
JULIO: Ah…
CECILIA: Más tarde viene.
JULIO: Más tarde, ¿cuándo?
CECILIA: No sé. En unas horas.
JULIO: No voy a tener ganas en unas horas.
CECILIA: Bueno…
JULIO: No tengo ganas, eso. No tengo ganas.
CECILIA: Está bien…Se nos ocurrió que tal vez querías juntarte a tocar, a la noche. Hoy es día de ensayo y pensamos que puede ser un ensayo reencuentro, de celebración por tu vuelta.
JULIO: Lamento pincharles la idea, pero no va a poder ser. No creo que pueda tocar hoy, mañana tampoco, no sé. No me dan ganas. Avisale a Guille que no venga. Llamalo o mejor andá a la casa a decirle.
CECILIA: ¿Estás cansado Julio?
JULIO: ¿Qué te parece?
CECILIA: Me parece que sí.
(Silencio).
(Cecilia va hacia la ventana).
JULIO: ¿Qué hacés?
CECILIA: Hay un tufo bárbaro acá.
JULIO: Hace frío afuera.
CECILIA: Pero acá hace mucho calor.
JULIO: No el suficiente. Anda a tomar aire si querés. (Cecilia queda inmóvil. Silencio. Julio la mira). ¿No vas?
CECILIA: Recién llego.
JULIO: Yo todavía estoy aterrizando.
CECILIA: No, ya llegaste, estas acá. Y yo me quedo, al lado tuyo, estoica. Me quedo aunque haya un tufo bárbaro. Me quedo hoy y el resto de los días con vos, como lo prometimos.
JULIO: Por un momento casi zafás. Se armó un lío bárbaro con lo de Luis.
CECILIA: Si…
JULIO: Si…
(Silencio).
CECILIA: ¿Querés contarme?
JULIO: No.
(Silencio).
CECILIA: Cuando quieras hablar, acá están mis orejas y si no querés hablar, tenés mis besos y mis caricias, como siempre.
JULIO: Gracias.
CECILIA: Y mirá lo que tengo… (Saca un chocolate del bolsillo).
JULIO: ¿Para mí? (Lo agarra y lo huele).
CECILIA: Sí.
JULIO: Lo compartimos. (Abre el chocolate).
CECILIA: Es para vos.
JULIO: Pero lo compartimos. (Le entrega un pedacito. Come rápido su porción).
CECILIA: ¿Cuándo pensabas avisarme que habías vuelto? Si Guille no me avisaba...
JULIO: ¿Tenés otro?
CECILIA: No
JULIO: Ah…Me diste por muerto, ¿no? Digo, creíste lo de la... Que yo... Eso...
CECILIA: Eso fue lo que nos dijeron… No sé, lo creímos.
JULIO: Lo creíste rápido.
CECILIA: Todos, tu papá, tu mamá, todos. (Mirando las cajas). Tu mamá empacó tus cosas, esto sí que no lo sabía.
JULIO: Cada uno hace lo que puede con el dolor, ¿no?
CECILIA: ¿Querés que te ayude a ordenar?
JULIO: No sé por dónde empezar. Ni siquiera sé si quiero todo lo que hay acá. Sobran las cosas, dejé de pertenecerles.
CECILIA: (Yendo hacia las piedras sobre la caja) ¿Y estas?
JULIO: (Agarrando las piedras, impidiendo que Cecilia las toque) Cuando te enteraste de mi muerte, ¿Qué pensaste?
CECILIA: De tu supuesta muerte.
JULIO: Sí, eso.
CECILIA: Sentí que me moría.
JULIO: Y cuando me fui, ¿no?
CECILIA: También, pero distinto.
JULIO: ¿No se te ocurrió pensar que en cualquier momento podía morir? No sé, mientras vos comías milanesas, yo podía estar muriendo. Mientras ensayabas con los chicos, yo podía estar muriendo, ¿o no?
CECLIA: Sí, aunque me propusiera no pensarlo, se me cruzaba por la cabeza y en ese instante se detenía todo a mi alrededor.
JULIO: Mentira.
CECILIA: Mentira vos…Es verdad que fueron dos cosas distintas. Una cosa era saberte allá y otra cosa fue enterarme que ya no volvías. Al principio, cuando te fuiste, no podía imaginarme mucho cómo estabas, cómo era todo allá.
JULIO: Una guerra, no hay mucho que imaginar.
CECILIA: No sé, ahora que hay más noticias tengo más idea de lo que fue. (Silencio. Lo mira). Estás flaquiiito.
JULIO: Sí…pero todavía puedo sostenerte, si quiero.
CECILIA: A ver… (Se deja caer. Julio la agarra cuando está llegando al piso. Cecilia ríe, Julio la mira). No me veo reflejada en tus ojos. Pareciera que tu mirada aún está allá, en la Isla.
(Silencio).
CECILIA: Cuando escuché el cese de fuego me llené de bronca. Ni siquiera tristeza, un nudo de rabia acá me agarró. (Se señala el corazón). Me dio bronca porque perdimos todos, todos, todos…los que fueron y los que nos quedamos. Bronca por tanta cosa absurda. ¿Pero sabés qué? A pesar de sabernos perdedores y…de haber tenido la noticia de tu muerte yo te veía volviendo en tu ruta. Lo sentía, muy adentro lo sentía…no sé cómo explicarlo.
JULIO: Siempre tuviste buen instinto. (En tono de juego y agarra a Cecilia por la cintura) ¡Y ahora te llevo en mi ruta sin rumbo! ¡Pará…pará! No sé si es que yo adelgacé mucho o hay alguien que comió postre doble en mi ausencia.
CECILIA: ¡Julio, no seas malo! (En eco del chiste). Mirá, ahora que me decís esto, no sé si esta bueno que hayas vuelto.
JULIO: ¿Cómo es eso? Si pudieses elegir, entre las dos opciones, ¿qué elegirías?
CECILIA: (En burla). A ver…
JULIO: ¿Qué elegirías?
CECILIA: Mmm…no sé
JULIO: Dale, Cecilia. ¿Qué vuelva o no vuelva?
CECILIA: Ai, no me logro decidir…
JULIO: Sí, hacete la graciosa. Elegí: ¿vivo o muerto?
CECILIA: ¡Ah Julio…es obvio!
JULIO: ¿Qué elegís Ceci?
CECILIA: Julio, lo sabés.
JULIO: (Serio abruptamente). Si te pregunto es porque no lo sé.
(...)